Se conoce como Mayo francés o Mayo del 68 la cadena de protestas que se llevaron a cabo en Francia, especialmente en París, durante los meses de mayo y junio de 1968. Fueron iniciadas por grupos estudiantiles de izquierdas contrarios a la sociedad de consumo, a los que posteriormente se unieron grupos de obreros industriales, los sindicatos y el Partido Comunista Francés. Como
resultado, tuvo lugar la mayor revuelta estudiantil y la mayor huelga general
de la historia de Francia, y posiblemente de Europa occidental, secundada por
más de nueve millones de trabajadores. Estuvo vinculado con el movimiento
hippie que se extendía entonces.
La magnitud de
las protestas no había sido prevista por el gobierno francés, y puso contra las
cuerdas al gobierno de Charles de Gaulle, que llegó a temer una insurrección de
carácter revolucionario tras la extensión de la huelga general. Sin embargo, la
mayor parte de los sectores participantes en la protesta no llegaron a
plantearse la toma del poder ni la insurrección abierta contra el Estado, y ni
tan siquiera el Partido Comunista Francés llegó a considerar seriamente esa
salida. El grueso de las protestas finalizó cuando De Gaulle anunció las
elecciones anticipadas que tuvieron lugar el 23 y 30 de junio.
CONTEXTO CULTURAL
Es además en
los años 60 cuando los jóvenes se convierten en una categoría socio-cultural
logrando su reconocimiento como un actor social que establece procesos de
diferenciación entre sus opciones y las de los adultos. Estos procesos se
desarrollan a través de las subculturas juveniles nacidas a partir de finales
de los años 1950, dentro de movimientos contraculturales como la cultura
underground y los movimientos beatnik y hippie. Muchos de estos movimientos cuestionaron y criticaron el estilo de vida
plástico ofrecido por el mercado de consumo y la organización capitalista de la
posguerra.
En el plano
filosófico varias obras y autores tuvieron gran influencia en una parte del
movimiento.
CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN
Tras las
elecciones de junio, el gobierno francés reconoció la necesidad de emprender
una política de reformas profundas para hacer frente al malestar social
existente en el país. En abril de 1969 se celebró un referéndum sobre el
proyecto de regionalización (una de las principales reivindicaciones políticas
de aquellos momentos) y la reforma del Senado, que De Gaulle planteó como un
plebiscito sobre su gestión al anunciar que abandonaría la presidencia si no
triunfaba el SÍ. Sin embargo, los franceses votaron mayoritariamente por el NO,
provocando la retirada de De Gaulle de la escena política. Estos resultados mostraron
que De Gaulle y su generación no eran, para la población francesa, los que
podían llevar a cabo la reforma social y política que necesitaba el país. La
derrota gaullista marca el inicio del fin de la generación de líderes políticos
que habían dirigido Europa Occidental desde el fin de la II Guerra Mundial, al
tiempo que enterraba el modelo de liderazgo personalista que hasta el momento
había marcado la Quinta República francesa.
Por su parte,
el sindicalismo comenzó en 1969 las conversaciones previstas en los Acuerdos de
Grenelle. Durante los primeros años de la década de los 70 se registraron
nuevos conflictos laborales, en ocasiones con carácter violento como las
huelgas de Renault durante marzo y abril de 1973. También se produjeron
experiencias excepcionales como la de la empresa Lip, en la que mil
trabajadores ocuparon la fábrica de relojes amenazada de cierre y durante 300
días continuaron la producción bajo control obrero, hasta conseguir un acuerdo
final que salvaba los puestos de trabajo. Se va a experimentar, por tanto, un
mantenimiento de la conflictividad laboral en Francia durante los años
posteriores a 1968 si bien la postura de las principales centrales sindicales
no va a variar sustancialmente durante los congresos confederales que se celebrarán
entre 1969 y 1970.
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